Hace un tiempo quería tratar un tema un poco espinoso y difícil de de manejar, porque el mismo tiene varias aristas que algunas personas tratan de ocultar para poder salvaguardar el deporte de la “familia” en los Estados Unidos y muchos países de Latinoamérica. Sin lugar a dudas, el escándalo de los esteroides de principios de siglo va a marcar un antes y después del béisbol de grandes ligas.
Me molesta escuchar a un periodista deportivo emitiendo críticas negativas contra ex – estrellas del béisbol como Sammy Sosa, Rafael Palmeiro, Barry Bonds, Roger Clemens o Marc McGwire, tomando en consideración que toda una generación crecimos siguiendo el desempeño de estas estrellas. Y que decir de la forma en que propietarios de equipos, fanáticos, gerentes generales, patrocinadores, entre otros personajes ligados en un momento dado a este deporte le han dado la espalda a estas súper – estrellas luego que comenzara el escándalo de los dopajes en grandes ligas.
Ahora, esos mismos periodistas que seguían turno a turno, picheo tras picheo, a muchos de estos peloteros en el momento cumbre de sus carreras, los acusan de fraude al béisbol y de hacer trampas a sus compañeros de profesión, así como mentirles a los fanáticos. Cuantos de nosotros no vimos muchas personas enriquecerse a costa de estos individuos, hacer millones de dólares en publicidad, colocar a estos “tramposos” como la cara de sus principales productos y no decir nada.
Si regresamos 20 o 25 años atrás, cuando el béisbol no tenía el impacto de hoy en día, lo que se puede llamar una de las épocas de menos brillo de este apasionante deporte. Las taquillas se encontraban en su punto más bajo, los patrocinadores no estaban interesados en apostar por este deporte (era más factible invertir en el baloncesto con estrellas como Magic Johnson, Larry Bird, Michael Jordan, entre otros; que en unos buenos jugadores de pelota, que sin embargo, no eran estrellas) y los principales mercados (Nueva York, Chicago y Boston) no tenían equipos de primera línea que seguir en ese momento.
La huelga de 1994 agravó la crisis del béisbol alejando completamente a los fanáticos de los estadios durante unos tres (3) años. Sin embargo en 1997 las cosas comenzaron a cambiar, surgiendo caras nuevas y otras que tenían unos años, no obstante, no se habían posicionado aún en el gusto de los fanáticos. Jugadores como Pedro Martínez (el caza cabeza en ese momento), Sammy Sosa, Ken Griffey comenzaron a destacarse y en 1998 las cosas comenzaron a cambiar de forma espectacular.
Marc McGwire y Key Griffey habían amenazado con romper el record de cuadrangulares de las grandes ligas en un par de ocasiones, quedándose corto en 58 para Big Mac y 56 para Griffey. En 1998 McGwire intentaba otra vez romper el record de vuelacercas, sin embargo, llegando al partido de estrellas un jonronero inusual que se incluyó en la batalla a base de batazos de cuatro equinas contra el mejor bateador de poder ese momento. Ese personaje era Sammy Sosa.
Sosa y McGwire se fueron en una lucha cerrada por el cetro de cuadrangulares ganada finalmente por McGwire 70 a 66, superando ambos el record de jonrones de 61 de Roger Maris y devolviendo al béisbol a las primeras posiciones de audiencias en muchos años. Desde ese momento se comenzaba a especular que la pelota utilizada por Grandes Ligas era distinta y tenía más botes que las otras, que la lomita de los pitchers no estaba a la misma altura, permitiendo ventaja a los bateadores, entre otras.
Había una realidad, los peloteros eran más fuertes, algunos como el as Pedro Martínez, de una contextura frágil iniciaron a emitir quejas, no obstante, los propietarios de equipos, el comisionado del béisbol, los gerentes y periodistas que seguían este deporte se hicieron de oídos sordos a este tipo de quejas de aquellos que se encontraban limpios.
El béisbol estaba en el punto más alto de la historia, los Yankees de Nueva York y Medias Rojas de Boston habían vuelto a los primeros puestos de su liga, se implementaron los juegos inter-ligas que fueron un gran atractivo para el béisbol, por lo que no parecía haber motivo para preocuparse por el posible uso de los esteroides.
Al explotar el escándalo de los esteroides, los periodistas que cubrían este deporte comenzaron a emitir fuertes críticas negativas contra los presuntos consumidores de anabólicos. Los dueños de equipos y gerentes, así como el propio comisionado, no querían salir perjudicados cuando el senador de los Estados Unidos George J. Mitchell comenzó una persecución contra los consumidores de sustancias prohibidas.
George Mitchell presentó un informe con una lista de 104 nombres de beisbolista que se pudieron consumir esteroides en un momento dado de su carrera, lo interesante del caso, es que las mayorías que estaban en esa lista eran latinos (especialmente dominicanos), demostrando una pequeña persecución por parte de Mitchell. La forma en que se manejó este informe le dio poca credibilidad al mismo, dejando los millones invertidos en este con poco valor para los estadounidenses.
No estoy conforme como se ha manejado todo esto, por lo que voy a emitir mi opinión personal sobre este tema y espero que muchos respeten mi punto de vista como yo pienso respetar a quienes lean este artículo.
Estoy en desacuerdo en el uso de sustancias que ayuden a mejorar de una forma u otra su desempeño sobre cualquier otra persona (por ejemplo, yo no tomo ni siquiera café). Esto pone a aquel que se encuentra limpio en dificultades contra aquel que se encuentra consumiendo sustancias no permitidas.
Ahora, no crean que un pelotero que tome sustancias prohibidas va a ser una estrella, más de un 90% de los encontrados han sido peloteros de tercer nivel (jugadores de las menores y otros de la banca) que difícilmente iban a lograr tener un buen estatus en las grandes ligas. Para brillar se necesita talento y mucho trabajo y no creo que ningún periodista (sobre todos los mediocres que emiten críticas negativas por el uso de esteroides) tenga el valor de decir que estos peloteros no trabajaban o que no tenían talento.
¿Por qué esas críticas no comenzaron a salir a la luz pública en el 1998 cuando el béisbol estaba en un punto muerto? ¿Quien puede decir que Babe Ruth, Maris, Hank Aaron, Willie Mays, Jimmy Fox, Frank Robinson o Willy McCovey, entre otros jonroneros de épocas pasadas no consumieron sustancias para mejorar el rendimiento en un momento de su carrera?
Estoy completamente de acuerdo en que Manny Ramírez sea castigado (aunque creo que fue el mejor bateador puro en su época y que merece ir la salón de la fama), ya que el fue encontrado culpable luego de existir la prohibición de los esteroides y más de una vez. Sin embargo, Sosa, McGwire, Clemens y otros más no fueron encontrados culpables en un momento dado. Por ejemplo, Sosa regresó limpio y demostró (con muchas libras menos) que aún tenía mucho que dar y que el talento a pesar de su edad en ese momento (38 años) estaba con él.
Palmeiro no merece ir al salón de la fama, porque mintió e intentó hundir a otros compañeros y lo hizo luego de explotar el problema de consumo de sustancias prohibidas. Las grandes ligas dio un periodo para que los peloteros que podrían estar “sucios” se limpiaran y el siguió haciendo lo mismo.
Ahora, lo que si creo es que no se deben tomar ciertos números para invitar a un jugador al salón de la fama, sino que impacto tuvo cierto deportista en una época, como este jugador pudo dominar una era, como lo hizo por ejemplo Pedro Martínez, Randy Johnson, Sammy Sosa y sus varias temporadas de más de 60 jonrones, Manny Ramírez y hasta un Dereck Jeter o David Ortíz.
Esa doble moral de los estadounidenses que gozan los triunfos, pero acaban a los que cometen uno que otro error es algo normal por aquellas costas. Esos son los mismos que hicieron a Mónica Lewinsky una personalidad y acabaron con el que quizás ha sido el mejor presidente de los Estados Unidos Bill Clinton por cometer un error en un momento de su vida.
Enlaces:
http://files.mlb.com/mitchrpt.pdf





